La formación del profesorado siempre esté en el foco de las políticas educativas, para bien o para mal. Se le responsabiliza de la posibilidad del cambio educativo, pero a su vez, se pretende un control exacerbado dado su carácter de «profesión regulada». Esto le somete a una tensión que no suele resolverse con su mejora, sino con «más de lo mismo», no vaya a ser que metamos la pata. Nuestro país, a mi modo de entender, tiene uno de los sistemas de formación de profesorado más obsoletos de la Unión Europea y más allá. Mantenemos estructuras decimonónicas de formación, desde una falsa idea de lo que significa la práctica educativa, regulada por una falsa idea de la teoría. El pensamiento tecnocrático se mantiene, sobre la base de un fuerte intelectualismo y poca capacidad de transformación.
Todo ello ayudado de un sistema universitario poco dado a la renovación y muy proclive al corporativismo, a la segmentación y a las jerarquías académicas establecidas históricamente y con pocos visos de renovación. De nuevo nos aparece el fantasma del reparto de créditos por áreas, de reproducir asignaturas sin sentido o repetir estructuras académicas más preocupadas por el contenido que por la transformación.
La formación del profesorado debería suponer un cambio de relato de escuela que permita construir la profesión desde otras perspectivas ligadas al trabajo docente, a la institución escolar, a las prácticas transformadoras desde experiencias educativas relevantes, etc. Si no se da este cambio de relato, la formación que demos seguirá siendo un ejercicio de reproducción del modelo obsoleto en el que estamos instalados, que solo se salva por la voluntad de un buen número de docentes comprometidos con su profesión, que nos hacen avanzar hacia «otra escuela posible».
Con esta oportunidad, con la conferencia de Decanos y decanas de educación promoviendo este ejercicio de elaboración de los libros blandos, el Foro de Sevilla ha lanzado un manifiesto en el que presentamos nuestra posición al respecto y hacemos propuestas para cambiar el modelo en el que estamos instalados. En definitiva, aprovechar la oportunidad y no instalarnos en la excusa del cambio imposible. Comparto, por tanto, los dos artículos que hemos elaborado para darlo a conocer, que se han publicado en El Diario de la Educación. Confío que pueda servir para abrir el debate, así como la mentalidad de los que tienen la responsabilidad de liderar este proceso.
Muchas gracias Nacho!! muy claras, precisas y justas tus palabras… parece que estuvieras hablando de nuestras Universidades… al menos de la que yo conozco.
Saludos desde Resistencia
Marta Bertolini
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Muchas gracias Marta. Desgraciadamente parece que hay procesos que son globales. La lucha también es global, sin duda.
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