Recientemente se ha publicado este post en el Diario de la Educación, en el Blog del Foro de Sevilla. Un magnífico foro desde el que seguir llamando a la reflexión sobre la deriva de la escuela, vía su desmedido interés por la burocratización, el papeleo, el control, la estandarización y las dinámicas de mercantilización del conocimiento.
Desde mi punto de vista, desde hace ya bastante tiempo, cuando la escuela rompió con su ideal de humanización y de progreso de la sociedad, para ponerse al servicio de las políticas economistas, productivistas y mercantiles, algo se perdió en relación con su valor y su contenido educativo. De educar se ha pasado a instruir; del pensar se ha pasado al informar. Se quiere convertir a los docentes en meros transmisores de información sin ninguna responsabilidad en educar. Craso error, ya que cualquier proceso educativo educa, para bien o para mal. De cada uno depende elegir qué tipo de educación están dispuestos a dar y al servicio de qué. El sistema transmisivo no es «el natural» y ni siquiera el que tiene más historia. Contando los 5000 años desde que se inventó la escritura, y los casi 300.000 desde que apareció la humanidad, solo los últimos 100 han visto el ascenso fulgurante de esta perspectiva, de la mano del ideal tecno-burocrático del control social.
Son apabullantes las referencias al no-aprendizaje en la escuela, en los relatos de escritores, personajes públicos y testimonios de personas de diferente índole. Alguno se cita en este artículo. Solo en las élites económicas parece haber consensos más gratificantes, pero generalmente tienen que ver con experiencias de otra índole. Si despojamos del componente socio-económico a la educación seguiremos permitiendo que la escuela siga siendo un factor fundamental en los procesos de segregación. En nuestra mano está decidir a favor de quién queremos que actué el sistema educativo.
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