Llama poderosamente la atención que en relación a la huelga de estudiantes de esta semana no se le ocurra mejor argumento al ministerio, y en particular a la Sra. Gomendio, de afirmar que ésta es «una huelga política que tiene poco que ver con el ámbito educativo». Evidentemente, tengo que darle la razón en este caso y sin que sirva de procedente: Esta es una huelga política, como todas las huelgas, ya que pretende denunciar las malas políticas educativas que se están haciendo por parte del gobierno, manifestar un desacuerdo de la mayoría de la comunidad educativa e intentar un cambio de rumbo de una ley errática, involucionista, caduca, ideológica y, sin duda, nada pedagógica.
Pero Sra. Gomendio, también la huelga es educativa, porque está enseñando a los jóvenes, a las niñas y a los niños, y a las familias, que los derechos no se regalan, sino que se conquistan. Que la sociedad es de todas y de todos y que solo desde el compromiso colectivo podemos construir una sociedad más justa, más democrática y más solidaria. En un momento en que los políticos se hartan de confundir los términos hablando de la necesidad de hacer «más pedagogía» para que la población entienda y acepte las reformas con las que nos castigan, no está de más colacar la educación en su término justo. Pedagogía no es igual a manipular para vencer. Ni educación es igual a asimilar libros de texto vacuos y sin sentido. Educar es buscar el sentido del mundo, de la sociedad y de la vida, desde la participación, la colaboración y la justicia. Por tanto, una huelga que busca recuperar el papel de la ciudadanía en la construcción de sentido de la participación política, es una huelga política, que educa.
Muchos y muchas de nosotros, incluidos algunos de los que ahora gobiernan desde estas posiciones retrógradas, durante los complejos tiempos de la dictadura y la transición conquistamos los derechos de los que disfrutamos ahora protestando en la calle, bajo la amenaza del manto gris de la represión, con sus porras, sus gases, sus torturadores y sus sicarios. Esa lucha fue una de nuestras escuelas y parte importante de nuestro aprendizaje. Es difícil de creer que hayamos vuelto a lo mismo, salvo que en lugar de gris, la represión ahora tiene otros tintes y otras estrategias. Pero no deja de ser represión.
Huelgas que educan, huelgas que construyen frente a políticas que van contra la sociedad y la ciudadanía. Por supuesto que es política; como la educación misma.
tus palabras precisas, como siempre, las comparto totalmente
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No hace mucho leía en el blog de Martínez Bonafé una entrada que también animaba a recuperar esa parte política y comprometida de la educación y la pedagogía (http://bonafebloc.blogspot.com.es/2014/08/pedagogia-de-la-desobediencia.html) que se han empeñado en enterrar como si lo único que tuviésemos que hacer las educadoras y educadores fuese transmitir palabras «vacías». Aquello a lo que tanto se opuso Freire y tantos otros, repetir y transmitir palabras, el clásico «ba, be, bi, bo, bu…», como si estas no estuviesen cargadas de significados políticos y éticos.
Enhorabuena por la entrada!
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Gracias. Efectivamente la educación la quieren cambiar de rumbo y convertirla en un mero instrumento para crear ciudadanía sumisa y controlada. Algunos entendemos que no, que la educación es compromiso, es lucha y es acción. Gracias por tu comentario
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